Verano. Tranquilidad. Viendo el mar dejo vagar mi mente y sale el remolino de pensamientos y emociones acumuladas durante el curso.
Hay padres y madres que, aunque no les abracen ni les besen, quieren a sus hijos. Uno no puede dar lo que no ha recibido… Ellos, a su vez, crecieron con esos referentes, padres y madres distantes, que mostraban su cariño dándoles lo mejor que tenían para comer, trabajando hasta la extenuación para poder mandar a sus hijos a la universidad o regañándoles y con fuertes castigos para que no se fueran por “el mal camino”.
Y esos niños y niñas, aunque crecieron sin abrazos, se sintieron queridos y, ya de adultos, convertidos en padres y madres, quizá reproduzcan el patrón de otra manera, mostrando el cariño comprando a sus hijos los mejores juguetes, llevándoles a los mejores colegios, consintiéndoles todo o quizá partan de la “sensación sentida” y la reconviertan en abrazos, besos y tiempo compartido con sus hijos.
Pero hay otros niños y niñas que crecen sin abrazos y sin sentirse queridos… ¡hay situaciones tan difíciles! Historias complejas, vivencias “mal vividas”, emociones no liberadas…, enfermedades psicológicas, situaciones vitales límite e hijos no deseados… Sí, aún en nuestros días hay padres y madres que realmente no desean serlo y tratan con frialdad y distancia a sus hijos/as, casi como “pertenencias”. Ya, suena fuerte, pero así es, aunque no se den cuenta. Son adultos que no han aprendido a gestionar sus emociones, que no se paran a pensar en el impacto que tiene en su hijo/a su forma de hablar y actuar.
Ningún niño, ninguna niña debería crecer sin abrazos y besos, y por supuesto, lo ideal es que reciban esos abrazos y besos de forma cotidiana, en casa, por parte de su familia. Pero hay veces que eso no ocurre.
Y ningún adolescente debería atravesar esa etapa de desarrollo sin recibir, en el momento en el que peor se comporte, un “te quiero, estoy aquí para lo que necesites y… te guardo un abrazo en el bolsillo para cuando lo quieras”.
Yo le estuve guarduando a mi hija mayor abrazos en los bolsillos 1 ó 2 años. Ahora, con 18 años, me deja abrazarla y me abraza ella, y a mi “te quiero mucho hija” ella siempre me contesta con un sencillo y cariñoso “y yo”.
Y como coach, en mi trabajo de escucha a adolescentes, me encuentro chicas profundamente necesitadas de cariño, cariño y aceptación incondicional, necesitadas de palabras de aliento y ánimo, palabras que las hagan creer en ellas mismas y esforzarse para superar las dificultades que se van encontrando por el camino, y necesitadas de abrazos, largos abrazos que les permitan dejar salir sus agobios, tensiones, temores y sentirse reconfortadas y seguras.
Yo abrazo, abrazo mucho, disfruto abrazando a personas con las que tengo vínculo familiar o de amistad, a personas con las que comparto momentos especiales de conversación profunda en los que hablamos “de corazón a corazón” y ofrezco abrazos antes de darlos porque hay personas que no están acostumbradas a recibirlos o que no quieren un abrazo mío y lo entiendo, lo entiendo y lo respeto. Porque los abrazos se ofrecen, se piden, pero no deben forzarse ni exigirse, eso va en contra del propio “sentido de un abrazo”.
Y ahora, este verano, estoy guardando abrazos en mis bolsillos para varias alumnas a las que quiero de forma especial para cuando ellas me los pidan durante el curso. Para que sepan que, por lo menos mis abrazos, siempre los tendrán.
Referencias sobre lo que aportan los abrazos:
- ¿Cuántos abrazos se necesitan para ser feliz?
- Abrazar nos hace más felices y nos salva la vida, según la ciencia. National Geographic junio 2023.
- Estos son los beneficios de dar abrazos, según la ciencia. La Vanguardia septiembre 2021.
- Los abrazos, ¿por qué nos reconfortan?. La mente es maravillosa noviembre 2022.
- Los abrazos expresan lo que llevamos dentro. La mente es maravillosa enero 2022.
- Los gestos de cariño tienen el poder de cambiarlo todo. La mente es maravillosa octubre 2021.
Día internacional del abrazo: 21 de enero.